sábado, 25 de julio de 2009

Vampiria 2 Capitulo 5

Totalmente absorto en mis pensamientos, el viaje se me hizo muy corto, y llegué a Budapest. Desembarqué en la terminal internacional, y me dirigí a la salida del aeropuerto. El cielo estaba cubierto de nubes negras que amenazaban una fuerte tormenta, y me subí el cuello de la gabardina, para estar más tapado.
- Disculpe, ¿es usted el señor Kira? - me preguntó una voz grave por la espalda.

Me quedé estupefacto, ni siquiera me había dado cuenta de que ese hombre se me acercó. Me giré para ver quien era, y me encontré con una persona de mi estatura, aproximadamente, piel clara, ojos pequeños y penetrantes, cejas cargadas, y bastante corpulento. Vestía con un traje totalmente negro, acompañado con un bombín en su cabeza.

- Si, soy yo - respondí tras un breve silencio.
- Acompáñeme, por favor.

Nos dirigimos al aparcamiento del aeropuerto, y nos introdujimos en un Mercedes de los antiguos, con un morro enorme, como un tanque, también de color negro. Durante el trayecto nadie dijo palabra alguna, no daban demasiada conversación mis acompañantes, y la verdad, tampoco tenía muchas ganas de hablar. Al rato nos detuvimos, y bajamos del coche. Tras cerrar las puertas, el Mercedes volvió a ponerse en marcha, y se alejó de nosotros. Me encontraba frente a la iglesia de San Matias, una obra arquitectónica del siglo XII, pero restaurada hace algo más de un siglo, así que es relativamente nueva, comparada con cualquier otra catedral o iglesia del mundo. No era demasiado grande, y estaba totalmente hecha de mármol, lo que la hacía bastante interesante de ver. El portón estaba hecho de madera de roble, con talladuras representando fragmentos de la Biblia. Tras una breve vista a la iglesia, nos adentramos en ella sin más dilación. Recorrimos un largo pasillo en cuyas paredes había innumerables frescos, tanto de la Biblia como de la historia de la ciudad. Mi acompañante y yo nos paramos frente a un fresco, en el cual aparecía una vista aérea de la ciudad entera, a modo de mapa. El personaje que me acompañaba miraba inquieto a su alrededor, cerciorándose de que nadie nos veía, y acercó su mano al fresco, sobre la zona donde estaba dibujada la catedral, y al tocarla apareció una cerradura tras ella. De su bolsillo sacó una llave pequeña de hierro y bastante oxidada. La introdujo en la cerradura, y al girarla, toda la pared que abarcaba el fresco se abrió, descubriendo una larga escalinata alumbrada por antorchas. Nos adentramos en la abertura que se había abierto ante nosotros, y descendimos por la escalera, a medida que la pared volvía a su posición original.

- ¿No le preocupa que alguien pueda tocar el fresco y descubrir este túnel?
- Pues no, está prohibido tocar los frescos, y además, varios de los nuestros trabajan en la iglesia.
- Que interesante.

Seguíamos descendiendo, como si la escalera no tuviera final. Una luz empezaba a vislumbrarse al fondo. Aquella bajada desembocó en un pasillo larguísimo, con enormes columnas que sostenían el techo. Mientras lo recorríamos observé que había muchas puertas, que parecían dar a otros pasillos, o incluso a habitaciones para los futuros cazadores. De algunas puertas asomaban niños, unos 16 años, otros 10, incluso algunos pequeños de 6 ó 7 años atrevían a asomarse tras la protección de los mayores, observando con curiosidad lo que sucedía. Un murmullo recorrió todo el pasillo, palabras casi inaudibles. Después de una larga caminata, nos detuvimos frente a otra puerta, más grande incluso que el portón de la iglesia, y más impresionante todavía. La puerta estaba hecha de bronce con incrustaciones de piedras preciosas y grandes vidrieras, en las cuales se distinguía el escudo de la Orden, y la lucha entre cazadores y otros monstruos, tales como hombres lobo y vampiros.

- Le están esperando, pase, por favor.
- De acuerdo.


El extraño personaje desapareció en un instante al decirme aquello, y yo me quedé quieto frente a la puerta, estaba nervioso, no se que me iba a encontrar detrás. Tomé aire, y golpeé con fuerza la puerta varias veces. Esperé un rato sin resultado aparente. Poco a poco, la puerta empezó a abrirse, descubriendo una gigantesca sala de reunión, con largos bancos repletos de cazadores que me miraban impasibles, preguntándose quien sería. Al fondo ascendía una especie de trono con 6 sillas, destinadas a los 6 sabios de la Orden, los jefes, por decirlo de alguna forma. Me acerqué lentamente hacia ellos, atravesando la fila de bancos y aguantando las intensas miradas de todas esas personas. Por fin estaba delante de los 6, viendo sus decrépitas caras cubiertas con unas capuchas de sus túnicas. Hubo un silencio sepulcral, ni siquiera se oían los latidos de mi corazón, que parecía que no quisiera palpitar para que no se le oyera.

- Bienvenido a esta sala - rompió el silencio uno de los 6.
- Ya he venido, ¿qué queréis de mí? - pregunté impaciente, no sentía precisamente respeto por esas personas.

Un murmulló recorrió la sala.

- Eso es una falta de respeto hacia los sabios de nuestra Orden, discúlpate - saltó uno de los asistentes.
- Si, discúlpate - repetía toda la sala.
- Silencio - ordenaron al unísono los 6.

Todos callaron de inmediato.

- Como puedes ver, aquí se encuentran los mejores cazadores del mundo, y ellos si nos tienen respeto, tu insolencia siempre fue un rasgo muy significativo en ti, Kira.

Todos en la sala se quedaron estupefactos al oír mi nombre, pero al poco tiempo, ese silencio se transformó en un gran bullicio. Todos comentaban cosas sobre mi, pero no llegué a entender nada.

- ¿No era solo una leyenda? - decían varios cazadores.
- Si, nos habíais dicho que murió hace 10 años.
- ¿Cómo?¿Habíais difundido que había muerto? ¡Malditos carcamales, como os atrevéis a decir que había muerto y ahora me pedís ayuda!
- Tranquilizaos, ahora os explicaremos todo - intervinieron los sabios.

Todo volvió a silenciarse, atentos a la explicación, en especial yo.

- Como ya os habíamos dicho hace tiempo, Kira ha sido uno de nuestros mejores cazadores. Hace 10 años marchó a una misión y no volvimos a tener noticias suyas, y en este oficio, si no se sabe algo de alguien en una misión, siempre se piensa lo peor, hasta hace poco. Como sabéis, tenemos espías por todo el mundo, y hace unos días uno de ellos descubrió a un cazador matando a un vampiro en un parque con una tremenda habilidad, y enseguida se dio cuenta de quien era y nos aviso de inmediato, y entonces te hicimos llamar.
- ¿Y qué queréis de mí?
- Puede que sea el encargo más importante de tu vida, te contaremos una historia que supongo que conocéis. Hace muchos siglos hubo una gran batalla entre vampiros y hombres.
- Esa historia ya me la conozco, es una leyenda que nos contáis a todos los que venimos aquí.
- No es una leyenda, fue real la batalla.

Tras decir esto, cayó una cortina que estaba detrás de ellos, quedando al descubierto un fresco gigantesco con horribles imágenes de batallas entre vampiros y cazadores, y en un primer plano, el cazador más importante de la época, y un mito entre todos Edward Van Hellsing, descendiente del doctor Van Hellsing, conocido por haber matado a Drácula. En su mano sostenía una gran espada que desprendía un resplandor. Se estaba enfrentando a un vampiro que destacaba sobre los demás, con los colmillos mas largos y afilados, más amenazador que ninguno que hubiera visto anteriormente. Su mirada inyectada en sangre aterrorizaba al más valiente de los cazadores.

- Este es un fresco que muestra la antigua batalla, y a sus máximos exponentes, Edward Van Hellsing, y el conde Clauthor, líder de la orda vampira. Ambos sostuvieron una gran batalla hasta la extenuación. Aunque ganamos la guerra, el conde Clauthor consiguió matar a Edward y huyó. Todo este tiempo se ha mantenido escondido, pero desde hace unas semanas nuestros espías en la zona del Himalaya nos informaron de que hay una pequeña concentración de vampiros, pero aumenta poco a poco. Por esa zona se encuentra un castillo que antiguamente pertenecía al conde Clauthor que ha estado deshabitado durante siglos, pero hemos barajado la posibilidad de que Clauthor haya vuelto, y que esté reuniendo a sus seguidores allí, no sabemos el por qué. Enviamos a varios cazadores en cuanto conocimos la noticia, y hasta la fecha no ha vuelto ninguno de ellos. Hemos llegado a una situación crítica, no sabemos nada de lo que pasa allí, y al enterarnos de que seguías vivo, decidimos llamarte para que fueras a ver cómo esta la situación, y si son ciertas nuestras sospechas, matar a Clauthor.
- ¿Y qué os hace pensar que voy a aceptar la misión?
- ¿Cómo osas negarte a nuestras órdenes?
- Vosotros mismos lo habéis dicho, siempre he sido un insolente.
- Te lo mandamos a ti porque pensamos que eres el más adecuado.
- ¿Ah, sí?¿Y por qué soy el más adecuado?
- Lo pensamos porque tú mataste a su hija hace 10 años.

CONTINUARÁ

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