lunes, 10 de mayo de 2010

Vampiria 2 Capitulo 11

En medio de la sala estaba el dragón recostado, descansando para el gran día que le esperaba. Clauthor se encontraba a su lado, observándolo maravillado. De repente Vafer empezó a mover la cabeza, olisqueando a su alrededor.

- ¿Qué te pasa, hay alguien cerca? – preguntaba Clauthor desconcertado por la avidez con la que movía la cabeza Vafer.

La mirada del dragón quedó fija en la puerta en la que estaba escondido, y tras un fuerte bramido escupió una bola de fuego que se dirigía hacia mí. La esquivé a duras penas, quedando al descubierto.

- Vaya, veo que sigues vivo, pensé que mi hija te había matado, no creo que tu la hayas hecho nada, al fin y al cabo, es idéntica a la que amabas, ¿no?
- ¿Lo sabías?
- Por supuesto, yo lo sé todo. La verdad es que me alegra que no te matara, así mi querido Vafer podrá divertirse un rato, además, tiene mucha hambre. Espero que estés preparado, vas a ser le cena de mi dragón.

Clauthor se subió a la espalda de Vafer, y este se puso en pie, babeando su boca imaginándome entre sus dientes. Yo empuñaba con fuerza a Matheril, confiando en que su fuerza me diese la victoria. El dragón se puso a 4 patas, y se abalanzó sobre mí con furia. Salté hacia la izquierda, evitando la embestida, pero no me acordaba de su cola, la cual me propinó un tremendo golpe que me mandó contra la pared. Empecé a sangrar, ese golpe me había dejado malherido, aún así me levanté esperando mi oportunidad para atacarlo. El dragón volvió a lanzarse sobre mí, con la boca abierta, dispuesto a devorarme de un bocado, pero salté justo a tiempo para que se golpeara contra la pared, pero Clauthor me estaba esperando, dándome un puñetazo. Mientras Vafer sacaba la cabeza que se le había incrustado en la pared, retrocedí lentamente hasta estar a una cierta distancia, la suficiente como para poder controlar sus movimientos. El dragón volvió a ponerse en pie, y dio media vuelta hasta que me vio. Aspiró aire, y se dispuso a lanzarme bolas de fuego. Inclinó la cabeza hacia delante y me escupió varias bolas de fuego. Esquivé la primera y corrí hacia él en zig-zag para que el resto de las bolas no me alcanzaran. Cuando ya estaba cerca de él, me lanzó una última bola. Me quité rápidamente la chaqueta y la tiré contra la bola, carbonizándose al instante, pero formando una cortina de humo que me serviría para matar a Vafer. Cogí impulso y salté hacia el humo, así no me verían, traspasé la cortina, pillándolos desprevenidos.

- Ya eres mío – dije mientras me disponía a dar la estocada, ansioso por terminar con todo esto.

Estiré el brazo con la espada para que se hundiera en su pecho, atravesando su corazón, pero en vez de eso, Matheril rebotó en su cuerpo sin hacerle ningún rasguño. No me lo podía creer, no le había hecho nada, había hecho lo que me dijo el viejo mago y no servía de nada. Mientras caía al suelo el dragón estiró su brazo con sus tremendas garras, y me atacó, lanzándome contra la pared contraria a gran velocidad. Mi espalda golpeó contra la pared, haciéndome escupir sangre por la boca. Matheril se me escapó de las manos, cayendo al suelo de punta y clavándose en él. Seguidamente caí yo, quedando tendido en el suelo sin apenas fuerza. Las garras de Vafer me hicieron unos terribles cortes en el pecho que lo recorrían de un lado a otro en diagonal, y sangraban abundantemente. El dragón no se había movido de su sitio, sonreía al ver mi penosa situación.

- Jajaja, estás horrible – se mofaba Clauthor - ¿En serio pretendías detenerme? Ni siquiera un ejército podría detener a Vafer, eres un iluso, aunque debo admitir que ha sido divertido.

No hice caso de sus palabras, y apoyándome en Matheril conseguí levantarme, pero no fui capaz de sacarla del suelo, apenas tenía fuerzas para mantenerme en pie.

- Vaya, todavía tienes fuerza para tenerte en pie. Los humanos sois unos testarudos y unos estúpidos, nunca sabéis cuando rendiros, por eso os odio. No entiendo como mi hija decidió vivir como una media humana, fue lo que decidió. Por eso no la aguantaba, la odiaba. ¿Sabes? Me hiciste un favor al matarla hace 10 años, era una vergüenza para mi sangre, para todos los vampiros, la oveja negra de la familia. Me alegra que la mataras, se lo merecía, era una estúpida, igual que todos vosotros.

No recuerdo si dijo algo más, sólo podía escuchar los latidos de mi corazón, cada vez más fuertes, parecía que me fuese a explotar. Me sentía igual que aquel día que discutí con Tina, estaba fuera de mí. Notaba como la sangre hervía en mi interior, como en mi interior aparecía una fuerza desconocida para mí, una fuerza excepcional incapaz de controlarse.
El dragón agachó la cabeza mostrando su enorme cuerno de la nariz, y se abalanzó sobre mí, dispuesto a ensartarme. Estaba apunto de atravesarme el cuerpo con su cuerno, pero no pasó nada, con mis manos sujetaba su cuerno con fuerza a escasos centímetros de mí. Vafer intentaba impulsarse con las patas para alcanzarme, pero no podía. Clauthor miraba atónito lo que ocurría, un escalofrío parecía recorrer su cuerpo. Alcé la vista, cruzándose mi mirada con la del dragón, y en sus pupilas vi como mis ojos despedían un fantasmagórico brillo azul. Ambos parecían atemorizados al ver mis ojos, no podían articular sonido alguno. Hice fuerza con las manos y los brazos, arrancando el cuerno del dragón de cuajo, brotando sangre a chorros del hocico. Vafer se puso en pie, gimiendo de dolor con toda su rabia y su furia. Sostenía el cuerno con ambas manos, goteaba sangre por su punta. Lo sujeté con la mano derecha y se lo lancé a los ojos, quedando clavado en el izquierdo. Los gritos de Vafer fueron a más, se hundía en la desesperación, deseaba morir antes que aguantar esta tortura. Cogí a Matheril sacándola del suelo, y sus joyas empezaron a brillar con mucha intensidad, e igualmente la hoja. Me acercaba lentamente al dragón, que seguía gritando de dolor, y a causa de que tenía el ojo izquierdo inservible no se daba cuenta de mi presencia. A pocos metros de él salté y le clavé la espada en el pecho, que esta vez si se hundió en su carne, atravesando su corazón. Vafer rugía feroz y desesperado, intentando sacarse la espada con sus garras incapaces de cogerla. Las joyas empezaron a brillar aún más, y de ellas salían haces de luz que envolvían al dragón. Clauthor se alejó rápidamente de él para ver que es lo que estaba sucediendo. Los haces habían envuelto a Vafer por completo, y tras nos instantes de silencio, explotó sin dejar rastro alguno de lo que hace unos segundos era un terrible dragón. Tras esto, mi mirada quedó fija en Clauthor.

- ¡Maldito seas, Kira, has matado al ser que me daría el control del mundo! – maldecía a voces – Ahora te mataré, desgraciado

CONTINUARÁ

P.D: ya por fin se acaba, queda el último capítulo, jeje

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