viernes, 24 de abril de 2015

Final de Breaking Bad

LO PONGO EN MAYÚSCULAS Y A COLOR PARA DEJARLO CLARO, EN ESTE RELATO SE CUENTA EL FINAL REAL DE LA SERIE BREAKING BAD, SIMPLEMENTE HE AÑADIDO ALGUNOS DETALLES, ASÍ QUE SI NO HAS VISTO LA SERIE Y TIENES INTENCIÓN DE HACERLO, NO LEAS ESTO HASTA HABERLA TERMINADO, AVISADO ESTÁS.

Walter colgó el teléfono tras despedirse de Lydia y lo guardó en el bolsillo, ya que tendría que prestarle un último servicio más tarde. Observó desde la distancia como Jesse abría la puerta del viejo coche que estaba ahí aparcado, pero antes de meterse se quedaron mirándose, apenas unos segundos, pero que se hicieron tan largos como sus antiguos días cocinando en la lavandería de Fring, tras los cuales entró en el coche y se marchó, arrollando la valla que se interponía en su camino, llorando y riendo de alegría tras su calvario siendo el esclavo de Jack y sus hombres.

Walter giró su cabeza hacia una pequeña nave, parecida a un granero, pero que incluso desde allí podía ver los numerosos instrumentos de química que utilizaba Jesse para elaborar la metanfetamina. Comenzó a caminar hacia ella mientras rebuscaba en su bolsillo el teléfono móvil, tecleando una serie de número y llevándoselo al oído. Había llegado a la nave y paseaba por su interior, mirando y acariciando con mimo y nostalgia cada matraz, caminando entre enormes cubas, casi bailando entre ellas, recordando cuánto amaba la Química y lo que había conseguido con sus conocimientos, mientras en su oído se escuchaba como el teléfono daba tono una y otra vez.

- ¿Diga? - contestó una voz femenina.
- Skyler.
- Walt, ¿eres tú?.
- Si, soy yo, ¿está Junior contigo? ¿Puede ponerse?
- Si, claro, ahora se pone - y llamó a Walter Junior pegando una voz para que fuese al salón - ¿Qué ha pasado, Walt?
- Nada, no te preocupes, simplemente que todo ha terminado.

Caminaba ya más lentamente, empezaban a fallarle las fuerzas, y la mancha de sangre en la ropa era cada vez más amplia, y tuvo que apoyarse en una de las cubas para poder mantenerse en pie.

- ¿Hola?
- Hijo, soy yo.
- ¿Qué quieres? Ya te...
- Sólo escúchame - interrumpió Walter - No tardaré mucho. Quería decirte que te quiero mucho, que cuides a tu madre y a Holly, y a tu tía Marie; y también dila que Hank ha sido vengado.
- ¿Qué dices de vengado? - repitió en voz alta Junior, y al oírlo Skyler se acercó a él - Me da igual lo que digas, papá, tú mataste a tío Hank, tú tienes la culpa, muérete de una vez y déjanos en paz. ¿Me oyes? MUËRETE.
- Deseo concedido, hijo - respondió con un hilillo de voz.
- ¿Qué has dicho? - preguntó nervioso y furioso con su padre.
- Deseo conce..

Walter se desplomó sin llegar a terminar la frase, quedando totalmente inmóvil en el suelo. El móvil se le desprendió de las manos, golpeando contra el suelo, pero sin llegar a apagarse.

- ¿Papá? ¿Estás ahí?

Skyler le arrebató el teléfono de golpe.

- ¿Walt?¿Qué está pasando? - gritaba muy alterada, con lágrimas en los ojos - ¿Walt?

El único sonido que consiguió escuchar era el ruido lejano de unas sirenas de policía que iban intensificándose poco a poco.


Llamaron a la puerta con tres golpes secos, mirando inquietos en todas direcciones para comprobar que no había nadie siguiéndolos. Jesse fue a la puerta, poniendo el ojo en la mirilla sin hacer ruido, y vio a Flaco y Badger esperando en el porche de la casa. Abrió la puerta, agarrándolos de la camiseta y tirando de ellos hacia dentro lo más rápido que pudo, cerrando la puerta tras de sí.

- Oye, tranquilo tío - dijo Flaco estirándose la camiseta.
- ¿Os ha seguido alguien?
- Tranqui tío, somos como ninjas - respondió Badger sonriendo y moviendo las manos como si fuese un luchador asiático.
- Joer, Jesse, que pinta tienes.
- Si, lo se, he tenido unos días un poco complicados.
- ¿Has visto a este, al calvo que ahora tiene pelo - Badger cerraba los ojos y chasqueaba los dedos intentando recordar el nombre - Ah, si, Heisenberg. ¿Lo has visto? Que el otro día nos estuvo preguntando por ti.
- Si, lo vi - respondió poniéndose serio por un instante - Pero no creo que lo vuelva a ver.
- Mal rollo tío - respondieron los dos entendiendo lo que querían decir sus palabras.

Ambos se miraron con cara de circunstancias, de lo cual Jesse se percató.

- ¿Qué os pasa?
- Verás - empezó Badger, pero prosiguió Flaco con la explicación - Cuando vimos al señor Heisenberg nos dio una carta, y nos encargó que te la entregásemos si, bueno, ya sabes, si pasaba algo.

De un bolsillo interior del chaleco sacó un sobre doblado por la mitad y se lo dio a Jesse, que lo abrió y sacó la carta de su interior, desdoblándola y leyendo con atención.

"Hola Jesse, si estás leyendo esto es que estoy muerto, no se si porque tú mismo lo has hecho, o por otras circunstancias que me he buscado por mis actos. Sea como sea, sólo quería pedirte perdón por todo lo que te ha ocurrido en estos dos años, ya que te he arrastrado conmigo en este camino de avaricia y ansias de poder. Siempre te he considerado un socio, un amigo, un hijo, a pesar de lo ocurrido la última vez que nos vimos, y espero haber podido demostrar que realmente te apreciaba antes de que llegase mi final, darte esa segunda oportunidad que te mereces tras tanto sufrimiento. También quería decirte que lamento mucho lo que las ocurrió tanto a Jane como a Andrea, aunque yo no tuviera nada que ver con lo ocurrido con esta última, pero sé que la querías y que adoras a su hijo, al que ya no le queda nada, salvo tú. Por eso he escondido doscientos mil dolares en una carabana que he comprado para ti, está aparcada en el desguace para que puedas rehacer tu vida y ayudar a que Brock tenga un futuro. La reconocerás al instante, he mandado que la pinten igual que la que tuvimos hace casi dos años, con la que empezamos todo esto, y te ayudará a tener un nuevo comienzo. Sé Feliz, Jesse.

Un abrazo,

                                                                                                   Walter White  "

Lágrimas caían sobre el papel, apenas podía seguir leyendo, y se pasaba la mano una y otra vez por los ojos para secárselos.

- Viejo gilipollas - pensaba con una leve sonrisa y llorando sin parar.



Empezaba a atardecer, y las montañas se alzaban imponentes ante la inevitable caída del Sol, que con sus últimos rayos intentaba bañar las áridas tierras de Albuquerque. Al Oeste de la ciudad se hallaba un gran cementerio, una basta extensión de tierra verde, como un gran jardín, lleno de pequeñas lápidas que reflejaban los nombres de las personas que habían servido con honor a la comunidad. Centenares de personas se agolpaban alrededor de dos féretros cubiertos con la bandera de EEUU. A su lado, sobre un caballete, una foto enmarcada de Hank Schrader y Steve Gómez presidía la ceremonia, donde todo policía, agente de la DEA y demás cuerpos de seguridad estaban presentes para despedirlos con honores. En primera fila, junto a los jefes de policía, estaba Marie Schrader con Walter Junior, cogidos de la mano, escuchando las palabras del sacerdote. Una fila de agentes uniformados se encontraban un poco separados del resto de la gente, con fusiles en los hombros, que tras una orden del teniente los cogieron y, apuntando al cielo, dispararon seis salvas por cada agente homenajeado.
En la otra punta de la ciudad, donde se podía oír el retumbar de los disparos, había otro cementerio, más modesto y sin apenas hierba en el terreno, y también estaba celebrándose otro funeral, mucho menos concurrido, con Skyler sosteniendo a Holly en sus brazos como únicas asistentes, y una foto de Walter, de antes de que le diagnosticasen el cáncer, apoyada sobre la lápida mientras los sepultureros daban las últimas paladas para terminar de enterrar el ataúd. Mientras ocurría esto, Jesse observaba toda la ceremonia desde un coche, aparcado a la entrada del cementerio, y a su lado estaba Brock jugando con su videoconsola.

- Brock, escucha - empezó Jesse mientras le cogía la consola - Sé que estás triste, furioso, cabreado, todos esos sentimientos malos después de lo que la pasó a Andrea, a tú mamá, y seguro que deseas vengarte de esos hombres, ¿verdad?.

Brock lo miraba impasible, con unas pequeñas lágrimas en los ojos al recordar a su madre, y movió la cabeza de arriba a abajo lentamente.

- Verás, entiendo que desees eso, pero no debes hacerlo, ahora ya no hace falta, ¿ves eso, al que están enterrando? - y señaló al grupo de personas que estaban en el cementerio - Ese hombre ya lo hizo, vengó a tu madre y me salvó la vida, gracias a él hoy puedo estar junto a ti. Quiero que entiendas que no debes sentir más enfado por lo ocurrido, que hay que seguir adelante, y que yo te ayudaré, ¿vale coleguita?

El niño seguía mirándole, secándose las lágrimas con las mangas de la chaqueta, y una pequeña sonrisa se iluminó en su cara, y se inclinó sobre Jesse para abrazarlo, sin mediar palabra alguna. Jesse le devolvió el abrazo mientras seguía mirando al cementerio. Los sepultureros y el cura ya se habían ido, y tras meditar un rato, Skyler se levanto de la silla, con Holly en brazos, y se dirigió a una de las salidas del cementerio.

- Espérame aquí - pidió Jesse a Brock - No tardaré.

Salió del coche con una mano en el bolsillo y la otra cargando una bolsa de supermercado, y fue por una entrada distinta a la de Skyler, la cual miró de reojo y reconoció a Jesse, pero siguió su camino como si nada. Se puso frente a la tumba de Walter, y se quedó mirando la foto unos instantes, haciendo memoria para recordar como era antes de que empezase todo, cuando sólo era su profesor de química que le suspendía sistemáticamente, pero no podía recordarlo, las imágenes que le venían a la mente eran las del cabrón rapado que se hacía llamar Heisenberg. Sacó la mano del pantalón con una bolsita de plástico poco más grande que un sobre de azúcar, con los últimos cristales azules que había cocinado, y la dejó caer sobre la tumba. Rebuscando en otro de los bolsillos sacó una caja de cerillas, cogió una de ellas y la prendió, soltándola sobre la metanfetamina, que poco a poco empezó a arder. Mientras las llamas consumían los últimos cristales azules que existen, el legado de Heisenberg, metió la mano en la bolsa de supermercado, sacando de ella el sombrero negro que tanto le gustaba lucir, colocándolo en la base de la lápida, alejado de las llamas. Volvió a ponerse en pie frente a la tumba, observando mientras el Sol terminaba de ocultarse tras las montañas como las últimas brasas se consumían.

- Adiós, señor White.

                                                                            FIN



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